Más mundo en la seguridad de Ecuador

La presencia de Ecuador en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, durante el próximo bienio, es una gran oportunidad —en línea con el eslogan que rige la política internacional del gobierno, de “más Ecuador en el mundo y más mundo en Ecuador”— para entrelazar los intereses mundiales con los nacionales en materia de seguridad.

Nuestro país, al igual que el resto de América Latina, tiene mucho que enseñar al mundo con referencia a convivencia pacífica entre estados y respeto a la soberanía; la región brilla por su condición de “zona de paz” en las relaciones entre países, la ausencia de muñequeos geopolíticos o sangrientos conflictos interétnicos, y su bajísimo gasto militar —un lujo del que no disponen muchos otros países en vías de desarrollo del planeta—. Sin embargo, al combatir en primera línea el problema global del narcotráfico, pagamos un altísimo precio del que el mundo debe estar más consciente.

Apenas el año pasado, el Estado ecuatoriano confiscó más de 200 toneladas de cocaína. Detener una cantidad tan colosal —casi el diez por ciento de la producción mundial y cuyo valor en las calles de los países desarrollados es más de un tercio del de todas las exportaciones ecuatorianas legales sumadas— implica evitarle un inmenso costo humano a las sociedades a las que estaba destinada, pero acarrea, inexorablemente, violencia en el país.

Ecuador no podrá resolver apenas con medidas domésticas un problema que se alimenta de un interminable flujo de dinero y armas provenientes del extranjero. El Estado tiene el deber de, internacionalmente, crear conciencia y recabar apoyo; esta nueva posición en la ONU es una gran oportunidad para ello.