Más atomización, menos líderes

Esta campaña pudo servir para consolidar algunos liderazgos políticos y, sobre todo, introducir algunos nuevos. No fue así. Todas las tendencias y figuras del país se han debilitado desde la última elección.

No se salva nadie. Ni siquiera el socialcristianismo en Guayas, donde su dominio parecía invulnerable, pudo evitar su debilitamiento. El movimiento indígena no logró sacudirse del polémico y excluyente liderazgo de Leonidas Iza, y el correísmo se erosiona a pasos agigantados; habrá que esperar a los resultados, pero ninguno de los dos movimientos exhibe un entusiasmo renovado. Las fuerzas más ‘democráticas’ tampoco son la excepción; en apenas dos años, tanto CREO como la Izquierda Democrática parecen haberse desvanecido de las papeletas. En Quito, ni siquiera la profunda crisis de la capital pudo prevenir la fragmentación de la tendencia antipopulista.

La necesaria oxigenación tampoco viene de otros sectores. No se observan nuevas figuras ni una reserva de talento entre los candidatos al Consejo de Participación Ciudadana y Control Social —el organismo que en teoría debía agrupar a lo mejor de la sociedad—. La propia Función Electoral —en otra época una vitrina para figuras políticamente potentes— parece resignada a la intrascendencia. Todo este debilitamiento de los partidos  y del sistema político, socavará aún más el prestigio del Legislativo.

Mientras más atomización exista en las papeletas, más se multiplicarán los factores para el caos y más difíciles se tornan los acuerdos. La madurez política que requieren los partidos no llegará sola, pero la consulta es un primer paso.