La verdad, no el oro

El Estado ecuatoriano ha sido condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos por la desaparición forzada de Gustavo Garzón, acaecida hace más de treinta años.  Por más que la sentencia ordene al Ecuador llevar a cabo una serie de reparaciones, incluidas en ocho páginas en el documento , al final solo es más de lo mismo. No asoma la verdad, solo dinero.

Gracias a la incompetencia de funcionarios que durante tres décadas no hicieron bien su trabajo, el Estado tendrá que pagar, con recursos de todos los ecuatorianos, doscientos cincuenta mil dólares —que serán repartidos entre familiares y representantes del desaparecido—. Decepciona que, metiéndole la mano en el bolsillo a todos los ciudadanos a los que representa, el Estado crea que puede borrar las huellas de su ineptitud y comprar silencio definitivo sobre el caso.

Nada está claro con respecto al caso de Garzón porque los encargados del Estado insisten en tratar a los casos de desapariciones como simples asuntos políticos, meros juegos de percepciones. Cínicamente, creen que no hay forma de dar con la verdad y que no tiene sentido luchar contra los postulados de sus antagonistas. Por eso, no defienden al Estado, claudican, echan mano de la chequera nacional y aspiran a que todo quede en el olvido.

Pero la gente recuerda y sabe que falta la verdad. A estas alturas, los ecuatorianos ya entienden que han estado tradicionalmente gobernados y representados por gente que prefiere echar mano de la plata pública para comprar perdón y silencio en lugar de hacer bien su trabajo y dar respuestas.

FRASES DEL DÍA

«Nuestro pesimismo, más que pesimismo es una actitud cómoda ante la existencia.”

Jaime Garzón (1960-1999), abogado y humorista colombiano

 

«Quiero a muchas personas, pero no entiendo a ninguna.”

Flannery O’Connor (1925-1964), escritora norteamericana