La tiranía electoral

El sufragio dejó de ser lo que debía: la máxima expresión de la voluntad popular para satisfacer sus necesidades. En febrero de 2023, cerca de 100.000 candidatos se postularán en las  elecciones seccionales, en medio de la manipulación de los organismos que rigen el proceso, métodos de asignación de escaños y distribución jurisdiccional amañados, propaganda, desinformación y márketing político, y el uso de dinero público que apuntan a la atomización del electorado.

Ante una sociedad que opera boyante con el dinero del narcotráfico, el crimen organizado, la corrupción y la ‘teta’ del Estado, el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha propuesto requisitos que intenten filtrar la honradez y probidad de quienes se postularán en las urnas.

Hay liberales que ‘corren’ bajo banderas socialistas, otros de centro que usan ‘vehículos’ políticos populistas; en el país de los caudillos, cada movimiento tiene su ‘líder’, pero todo vale ante un sistema electoral que aprueba tantos partidos como existan servicios de ‘verificación de firmas’ -aquellas que el CNE se resiste a depurar-.

Así, no solo vemos lo de siempre, deportistas devenidos en intelectuales, reinas de belleza, personajes de la farándula y sus nuevas versiones ‘yutuberas’, los ‘influencers’, anunciando su precandidatura, sino lo que es más preocupante, aquellos cuyos orígenes, poder y posición, tienen oscura procedencia.

La política es un juego de alto riesgo en este país, y aquellos con el dinero e influencia para ganar elecciones no siempre traen soluciones a graves problemas. Muchos otros, tampoco aprendieron eso de que ‘la unión hace la fuerza’.