La lucha perdida de los taxistas

La historia enseña que toda lucha contra la tecnología y el comercio—cuando conlleva una mejora para el bienestar del consumidor— está perdida de antemano. Diferentes ciudades del país se ven cada vez más entrampadas en las exigencias del gremio del taxismo, que busca poner fin a la competencia que le representan las aplicaciones digitales y la informalidad. No están logrando ni lograrán su objetivo, pero en el proceso someten al sistema político y a las ciudades a una convulsión innecesaria.

Los reclamos de los taxistas son evidentemente legítimos. Obligados a pagar impuestos, respetar tarifas básicas, someterse a controles y revisiones, y a asociarse, enfrentan una competencia que no tiene que asumir ninguno de esos costos ni disposiciones. Sin embargo, es necesario entender que esta injusta y dispar situación no es producto de falta de injerencia estatal, sino de un exceso de regulación inadecuada. Una serie de distorsiones extremas del mercado –cupos limitados, tarifas fijas, combustible subsidiado, limitación de vehículos– han terminado divorciando por completo al taxismo de la realidad nacional y de las necesidades de la población.

No se puede igualar la cancha ‘para mal’ —es decir, permitirle al taxismo operar con la misma laxitud que a choferes de aplicaciones e informales—. Al contrario, se necesita introducir regulaciones básicas que permitan, especialmente, que las aplicaciones también tributen y ofrezcan garantías elementales. Sin embargo, no se puede pensar en prohibiciones ni en perpetuar exigencias irracionales. La prioridad no debe ser la comodidad de gremios ni las finanzas de la burocracia, sino el bienestar de los usuarios.

FRASES DEL DÍA

«No puedo no marcharme pero tampoco puedo no regresar: así es como un hijo le habla a su madre y un adulto le habla a su patria.”

Marina Tsvetáyeva (1892-1941), poeta rusa

«Una promesa es obligatoria en relación inversa al número de personas a quienes se hace.”

Thomas de quincey (1785-1859), escritor inglés