La innegable corrupción

En algún momento, la clase política del país tendrá que dejar de descalificar a la Justicia cada vez que los fallos no se ajusten a sus deseos. La soberbia y la ligereza con la que tantos funcionarios y actores políticos incurren en gravísimos cuestionamientos del sistema judicial  —muchas veces alrededor de temas que apenas conocen— socava peligrosamente la credibilidad de todo el orden democrático.

El correísmo insiste en el mensaje de que sus principales cuadros fueron condenados sin pruebas en un proceso fraudulento, y muchos, movidos por su afán de debilitar al actual Gobierno, hacen eco de ello. Resulta oportuno recordarle a la ciudadanía que las sentencias de los casos Sobornos y Odebrecht son públicas, y que los hechos son mucho más contundentes de lo que desearía el correísmo.

Sí existieron sobornos —debidamente comprobados—, hallazgos de dinero y funcionarios contumazmente corruptos; además, el país recuerda el régimen de control total e hipervigilancia que impusieron quienes luego juraron no saber nada, así como la celeridad con la que huyeron tantos que hoy presumen de inocentes.

No son sentencias a la ligera, sino fruto del trabajo de varios jueces de la más alta instancia. Quienes cuestionan su validez parecen no conocer las dificultades que conlleva perseguir el crimen organizado y reclaman estándares quiméricos que, si se impusieran en todo el mundo, habrían impedido sentenciar a los líderes de la mafia italoamericana, a la cúpula nazi o a los capos de México y Colombia.

Mientras no exista respeto por la institucionalidad de la “cosa juzgada” y por la complejidad de la ciencia jurídica, jamás llegaremos a tener una justicia profesional.

FRASES DEL DÌA

 

«El arte y el orden son dos parientes que se rehúsan a llevarse.”

Elfriede Jelinek (1946), escritora austriaca

«Si el cielo considerara a las riquezas valiosas, no se las daría a tanto sinvergüenza.”

Jonathan Swift (1667-1745), escritor irlandés