La guerra que nos vino de afuera

La discusión sobre la seguridad se ha politizado al punto de distraer al país del origen internacional del problema. Cuando se lo usa como arma política o se busca un chivo expiatorio —sea una persona, institución o figura jurídica—  al que cargarle la responsabilidad, se empaña la verdadera dimensión de la amenaza.

Lo que vive el país no es consecuencia de pequeños errores de política interna —malas gestiones no bastan para desatar violencia a esta escala—, sino obra de una de las más extensas y lucrativas industrias: el narcotráfico internacional.

La dureza de la situación se explica, principalmente, por el poder económico de los carteles extranjeros interesados en tomar control estratégico del país y por el tamaño del mercado de consumidores que está en juego —millones de ciudadanos con poder adquisitivo de países ricos ante los que el mercado nacional del microtráfico resulta insignificante—. De ello se derivan la sofisticación de las armas —que han amplificado exponencialmente la violencia—, la inocultable perversidad, la penetración al sistema financiero, el creciente control territorial y la osada ofensiva contra el Estado.

Cualquier política de seguridad que insista en tratar como un problema exclusivamente interno a algo que es, ante todo, efecto de la irrupción de una fuerza externa con abundantes recursos está condenada al fracaso. De esa consideración deben partir las futuras reformas legales y la cooperación internacional.

Cabe cuestionar por qué el Gobierno habla tan poco sobre los actores internacionales que mueven los hilos y se enfoca sobre las bandas y actores locales —meros alfiles—.

FRASES DEL DÍA

«Hay una gran diferencia entre conocer la historia y ser su prisionero. Se trata de un equilibrio que en América Latina hemos perdido muy a menudo.”

Luis Alberto Moreno (1953), colombiano, ex presidente del BID

 

«Creer que los temas fundamentales para el desarrollo respetan fronteras es un engaño moderno.”

Medha Patkar (1954), activista india