Hacer periodismo hoy: entre atentados y descalificaciones

Conforme el país avanza por el espiral descendente de la violencia y la convulsión política se profundiza, la prensa libre e independiente aún es un actor incómodo para muchos. Los atentados contra varios medios de comunicación son el más reciente episodio de una larga saga de violencia contra el periodismo que el Estado observa incólume. Periodistas asesinados impunemente, víctimas de femicidio, agresiones de parte de manifestantes, insultos y descalificaciones provenientes de actores de diferentes sectores del espectro político; atacar a la prensa es fácil, políticamente rentable y, en nuestro medio, implica poco riesgo y bajo costo.

Si este fenómeno no se detiene y los periodistas ecuatorianos se ven abocados a una situación similar a la de colegas de otros países de la región hundidos en narcoguerras y polarización, quien pagará el más alto precio será nuestra democracia. Sin libertad de producir y consumir información en un clima de seguridad, no puede existir verdadera ciudadanía.

Todavía sigue pendiente el sistema de protección a periodistas que se discute hace cinco años. Igualmente, aún se aguarda el esclarecimiento de tantas muertes trágicas —desde el propio Fausto Valdiviezo y el equipo periodístico asesinado en Tumaco, hasta el de Gerardo Olmedo—. Mientras, las fuerzas políticas del país, especialmente el Gobierno, podrían desde ya dar un ejemplo de cordura: cesar sus acusaciones infundadas y ataques verbales contra el periodismo y dejar de azuzar la animosidad de sus masas militantes contra la prensa.