Fingir que se enseña inglés

Los expertos en educación y desarrollo ofrecen diferentes visiones cuando se les consulta sobre qué conocimientos deberían impartirse a los jóvenes. Algunos enfatizan la importancia de las ciencias aplicadas —por la urgente sed mundial de innovación—, otros destacan la necesidad de desarrollar el pensamiento crítico y habilidades similares —útiles ante la actual superabundancia de información—, mientras algunos subrayan la importancia de disciplinas que fortalezcan el bienestar —como actividad física, salud mental y relaciones interpersonales—. No obstante, independientemente de las diferencias de criterio, todos coinciden en que la enseñanza de inglés es absolutamente indispensable. Se trata del idioma del conocimiento en todos sus ámbitos —comercio, educación, ciencia, seguridad, diplomacia— y desconocerlo implica no tomar parte de ella.

El sistema educativo ecuatoriano sigue ‘fingiendo’ que enseña inglés. En teoría, todo estudiante que se gradúa tiene conocimientos de dicho idioma, pero en la práctica las evaluaciones —tanto de docentes como de alumnos— demuestran que dista mucho de ser así.

Mucho se habla en el país de educación en idiomas autóctonos —por el poder político que conlleva para sus dueños—, de sueldos a docentes —ya hubo una mejora sustancial— o de cupos para educación superior. ¿Cuándo vamos a empezar a hablar seriamente de algo tan fundamental, conciso y absolutamente factible como la enseñanza masiva de inglés? Es el primer paso para garantizar que nuestra población pueda verdaderamente tomar parte de la economía global.