El costo de una sociedad armada

Estamos inundados de armas. Conforme los delincuentes aumentan su poder de fuego —con ingentes cantidades de armas cada vez más sofisticadas—, las autoridades se ven obligadas a reforzar sus arsenales y la ciudadanía empieza a armarse, incluso al margen de la ley. No se sabe con certeza cuántas armas circulan por el país, pero incidentes como el trágico accidente protagonizado por un niño de cinco años recuerdan el inclemente costo de su proliferación.

Muertes accidentales, suicidios, riñas insignificantes que derivan en muertes, lamentables incidentes en los que incluso menores de edad y familiares cercanos se ven envueltos; es inevitable que sucesos de ese tipo se incrementen en una sociedad armada hasta los dientes, a pesar de las precauciones que se tomen y las prohibiciones que imponga la ley.

Los defensores de la proliferación de armas suelen destacar la importancia de la educación para prevenir tragedias, pero incluso países como Estados Unidos, con una amplia tradición en el porte de armas, no logran evitar pagar un precio elevadísimo (apenas en 2021, 24.000 suicidios—más que asesinatos— y alrededor de 2.000 muertes accidentales, 1.200 de adolescentes y 300 de niños menores de 11 años).

El gobierno debe poner atención al mercado ilegal de armas y no solo el de narcóticos.

Un país armado y en vías de desarrollo, con débil control estatal y amplio subregistro pinta un escenario aun más grave. Si la tendencia armamentista se mantiene, viviremos más tragedias.

FRASES DEL DÍA

«Nadie tiene derecho a consumir felicidad sin producirla.”

Helen Keller (1880-1968), activista norteamericana

«El poder más peligroso es el del que manda pero no gobierna.”

Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999), escritor español