Ecuador y Estados Unidos: una relación subaprovechada

El presidente Guillermo Lasso, en un gran acierto, destacó la seguridad y un acuerdo de libre comercio como las prioridades en su visita a Estados Unidos. En sus visitas recientes, diversos funcionarios norteamericanos de alto perfil han insistido en la necesidad de cooperar en la prevención de la inmigración irregular y el afianzamiento de los valores democráticos en el país. Por más que parezcan temas variados, todos son reflejo del mismo problema: una relación subaprovechada. Gracias a ambos gobiernos, el entendimiento entre Ecuador y EE.UU. avanza a nivel institucional y formal y, con cooperación política, es posible que llegue a compaginarse con el entrelazamiento cultural y demográfico de sus pueblos.

Pese a que desde hace más de un siglo Estados Unidos ha sido el principal destino de nuestras exportaciones, los ecuatorianos somos el único país de toda la costa del Pacífico que no tiene un acuerdo de libre comercio con la primera potencia mundial. Por esto, los ecuatorianos perdimos ganancias inconmensurables durante todas estas décadas. Sin embargo, casi un tercio de la producción mundial de cocaína pasa por nuestras costas y puertos, y las oleadas migratorias irregulares, con las consiguientes remesas, se suceden. Cuando se obstaculiza lo lícito y formal, lo ilícito toma su lugar.

La admiración del pueblo ecuatoriano por el sistema norteamericano tampoco necesita de la aprobación oficial. Usamos su moneda, educamos allí a gran parte de nuestra élite y confiamos en su justicia — como se verá en la aprobación de la extradición en la consulta—. La cooperación formal ha tomado fuerza ahora que EE.UU. ve en Ecuador un potencial para fortalecer la democracia en el hemisferio. Es el momento de sembrar para el futuro.