En su entrevista con este diario, Leonidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie), expuso con claridad meridiana los “cinco ejes” que impulsa actualmente. Queda claro que un Ecuador unitario y los ecuatorianos en su totalidad no constituyen el fin de dicha organización, sino un medio, un estado temporal, una vía necesaria, pero de la que más adelante habrá que deshacerse.
La Conaie embandera “21 derechos colectivos” y gana terreno con la justicia indígena, la educación intercultural bilingüe; fortalece “nuestro idioma, nuestra cultura, nuestra indumentaria”. Insiste en articular el tema de la pluriculturalidad como una agenda propia frente a los cinco poderes del Estado ecuatoriano y destaca su agenda internacional —de alianza con otros pueblos y de vocería ante los organismos supranacionales—. Señala el fortalecimiento jurídico y la búsqueda de una economía “autosustentable”, así como el financiamiento extranjero que recibe.
Estos conceptos recuerdan a los separatismos nacionalistas o a las agendas de supremacía étnica de la Europa de hace cien años; ideas que, coincidencialmente, fueron impulsadas desde el extranjero para desintegrar a estados e imperios poderosos.
Iza asegura que estos planteamientos y sus fuentes de financiamiento están alineados con la Constitución y la ley. Sin embargo, una agenda de virulenta división es incompatible con el principio constitucional de un Estado unitario.
El reto que enfrenta la dirigencia indígena, tanto como el gobierno y el resto de la sociedad, es compaginar sus intereses y necesidades con los de todos los ecuatorianos.