Diana Salazar debe seguir

Diana Salazar, aunque no quiera, no lo acepte o no lo crea, es la mejor funcionaria pública que hoy tiene el país. Este Diario, incluso, la nombró la mujer más poderosa y valiente. En el país —y en el exterior— ha recibido incontables homenajes. Fue nombrada como una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time y recibió el Premio Wilson, en EE.UU., dedicado a personas que trabajan incansablemente para mejorar la vida de otras.

La clase política tembló cuando se supo que era una de las posibles candidatas a Carondelet. El rumor se desvaneció cuando dijo que no lo sería. Muchos creyeron que se desperdiciaba un aplastante triunfo en la primera vuelta.

Diana Salazar es incansable. Aunque estuvo embarazada y dio a luz recientemente, no se detuvo y continúa trabajando, defendiendo sus investigaciones de los mafiosos más peligrosos.

Su trabajo todavía está abierto. El último caso escandaloso que vigila es el presunto tráfico de influencias en el Cpccs y los celulares de Augusto Verduga y Eduardo Franco.

Por eso, muchos suspiran anhelando el día de la salida de la Fiscal General. El 8 de abril finaliza su encargo. El Cpccs, cuestionado desde sus cimientos, ha demorado innecesariamente el concurso para reemplazarla.

Ella debe decidir si continúa hasta que asuma un nuevo Fiscal General o renuncia.

La Fiscal debe considerar que lo mejor es que su trabajo no sea ensuciado. Que el Consejo, con evidencias de politización, nombre un reemplazo que, al menos, la iguale. Hasta tanto, lo mejor para el país es que ella siga en funciones.