Corte Constitucional, la última frontera

Una vez más, la Corte Constitucional ha logrado salvaguardar la institucionalidad del país. Al admitir a trámite una acción de inconstitucionalidad con respecto a la Ley de Acceso a la Interrupción del Embarazo en Caso de Violación —y suspender, como medida cautelar, la vigencia del artículo 19 con todos los requisitos que establece—la corte se planta firme ante las desleales maniobras de ciertos sectores para imponer su agenda antiderechos. Esta oportuna inyección de sentido común y respeto a la ley nos recuerda que, en última instancia, aún contamos con una institución que vela por los derechos fundamentales y por el Estado de Derecho.

Por el momento, la Corte Constitucional está protegida por un elemento más poderoso que cualquier figura legal: el prestigio. Su convulsa conformación conducida por el CPCCS Transitorio —que tuvo la suerte de contar con el interés y el involucramiento de lo más selecto del país— dio pie a lo que en su momento fue denominada una ‘corte de lujo’ y el proceso de renovación de este año sucedió en orden y sin dudas.

Una Corte Constitucional sólida y competente jamás estuvo entre los planes de quienes rediseñaron el Estado en 2008 —la mejor muestra de ello fue la corte estéril y servil que tuvo el país entre 2008 y 2018—, y que la institución de primera con la que cuenta el país hoy fue conformada en contra de los deseos de la clase política, y no gracias a ella.

Es necesario estar alertas; cualquier intentona populista o autoritaria buscará debilitar, desde un inicio, a la Corte Constitucional.