Como el agua

Diana Luzuriaga Vera

Bruce – Lee en una entrevista en 1971 dijo “si alguien está en el poder todo el mundo le dice SÍ todo el tiempo y es muy fácil dejarse cegar” me puso a meditar sobre nuestra responsabilidad como ciudadanos frente al desgobierno, autoridades poco conectadas con las necesidades sociales, acostumbrados al adulo y al aplauso, llevados como hojas por la corriente más fuerte, sus decisiones se basan en quien hace más bulla. Los educaditos y calladitos tomen turno y esperen. Esta realidad “guagua que llora mama” lo han comprendido muchos que hoy están en cargos públicos.

Recientemente me pasó algo interesante, en la culminación de una actividad me despedía de las personas con las que estaba compartiendo, entre ellas una autoridad y un amigo que conversaba con ella, al despedirme este amigo me dejó con la mano extendida, era su momento junto al poder y no le importó más que eso. Prefiero pensar que no lo hizo apropósito, pero sí, que su acción tenía un propósito para él y para mí.

Este artículo no tiene por finalidad criticar, sino reflexionar alrededor de este relato. Ese día fue un claro ejemplo de cómo la sociedad valora el PODER por encima de las PERSONAS. Esto aplica en varios ámbitos no sólo el político. Quien viste “elegante” recibe mejor trato que aquel que viste “sencillo”.

El agua puede fluir dando vida, pero también puede aplastar y destruir, así como nuestras acciones. Los invito a hacer un análisis general, evaluemos nuestros entornos, cómo estamos fluyendo. Es el poder, la luz brillante que nos atrapa como mosquitos o estamos en la capacidad de ver al otro con igualdad y respeto independiente de su posición en la sociedad.

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