Ya votamos, ¿Y ahora qué sigue?

Christian Pérez Escoba
Christian Pérez Escoba

Las elecciones, por sí mismas, no tienen importancia autónoma en la vida democrática de un país, ya que lo fundamental es que existan, paralelamente, otras instituciones y prácticas, como la separación de poderes, la libertad y autonomía de prensa, el respeto al estado de derecho, la transparencia en la gestión pública, entre otras, que permitan alcanzar el fin último de la democracia que es prevenir el abuso del poder frente a los gobernados. La teoría es sumamente atractiva frente a la triste realidad criolla de nuestro país.

En efecto, el domingo pasado fuimos convocados a ejercer nuestro derecho a elegir, algunos con conciencia y entusiasmo democrático y otros más bien con único interés de obtener la papeleta de votación. Pero, en ambos casos, con la expectativa o curiosidad de lo que vendrá tanto en lo seccional, en el referéndum y en la función del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social y sus miembros.

La pregunta inmediata es, ¿y ahora qué viene?. Estas elecciones, ¿en qué cambiarán la nefasta crisis en la que está sumida el país en manos de la inseguridad y falta de atención a los derechos sociales?. Después de estas elecciones ¿seremos, por fin, el país del encuentro?, o ¿seguiremos sin encontrar el rumbo?.

Las elecciones, al parecer, solo se han convertido en un ejercicio formal de la democracia, un pretexto para reunirse con la familia, tener un día de descanso obligatorio o una oportunidad para detener a quienes tienen órdenes de privación de libertad. Y no se diga la irrisoria institucionalidad donde no existe la separación de funciones ya que se encuentran en pugna permanente; una prensa que ha sido atacada y deslegitimada por revelar presuntos hechos de corrupción en el gobierno; la poca transparencia en la gestión pública, entre otros.

En definitiva, tenemos un país en caos tanto en lo político, lo institucional y en lo social, cuya reconstrucción, al no estar en capacidad el Gobierno central, debe ser de iniciativa de los gobiernos autónomos descentralizados, en el marco de sus competencias, con la participación de las organizaciones de la sociedad civil. Por lo pronto no hay un camino distinto.