Y vienen por más…

Shakespeare Abarca Córdova
Shakespeare Abarca Córdova

Me referiré a los 19 jueces removidos hace dos años, que lograron el “milagrito” de que la Corte de Justicia de Pichincha les abra la posibilidad de volver, cual “héroes de guerra” a paso de vencedores y cobrándole al Estado una cuantiosa indemnización. Pero cuál fue la hazaña para este pomposo regreso? Pues no hay nada de que puedan ufanarse y mucho de que avergonzarse.

La Presidenta del actual Consejo de la Judicatura, ha dicho que la remoción está amparada en el artículo 88 del Código Orgánico de la Función Judicial y en un exhorto del propio CPC-CS Transitorio, presidido por el extinto J.C. Trujillo, junto a las 882 denuncias que representaban el clamor ciudadano contra aquellos que en vez de jueces debieron ser mercaderes. Se investigan irregularidades en el fallo de esta Corte, pues se conoce que la jueza Fernández, quien tenía vacaciones hasta el 31 de diciembre 2021 emitió su fallo el 30.

Sorprende tal “amor al trabajo” si la experiencia nos dice que esto jamás sucede con un ciudadano de a pie, por qué rayar en lo ilegítimo, ¿que consigna se cumplía? Este mamotreto jurídico se inicia el 21 de diciembre pasado con un dudoso fallo de la Corte C. señalando como inconstitucional la destitución de los polémicos jueces.

Lo que sigue no es menos sorprendente, como lo ha denunciado F. Villavicencio, de la Comisión de Fiscalización, los jueces: Fabara, Narváez y la vacacionista Fernández, en tres horas redactaron más de 80 páginas de la insulsa sentencia, que da paso a una ominosa indemnización de 11 millones de dólares; explicable entonces el apuro de “parto prematuro” en los actores de este hecho que subestima la inteligencia de los ecuatorianos, que empezó a orquestarse y debía concluirse el mismo mes de diciembre, pues como decía un amigo, “se les iba el billete”.

¿Será que los ecuatorianos debemos pagar esa millonada a la incompetencia y la corrupción de estos jueces, manejados como simples peones por Correa, Mera y Jalk; aquellos jueces desalmados que pusieron la justicia al servicio de los desquiciados caprichos del prófugo, que sin compasión atropellaron nuestros derechos, pretendiendo ahora cerrar con broche de oro ese periodo de infamia y desvergüenza.