Caminar por las aceras o veredas de nuestra querida y amada ciudad de Ambato, se ha convertido en un verdadero caos y desánimo. El desconcierto, la desorganización y el desorden son el diario martirio, en especial, por las principales calles del centro citadino, donde el comercio informal ha ganado la batalla del “gato y ratón”, espectáculo que generaba cúmulo de emociones.
El tránsito peatonal es imposible, se debe ser un acróbata y tener mucha tolerancia a la hora de caminar, exclusivamente, por las veredas de la calle Juan Benigno Vela y 12 de Noviembre, empezando desde la calle Mera hasta la plaza Urbina y la piscina del populoso barrio la Yahuira, donde los comerciantes ponen sus productos de frutas y verduras en toda la acera, obligando al peatón a salir de la banqueta y caminar a paso apresurado por la calle, arriesgando su vida, para continuar con su recorrido; es que, andar por estos sectores de la urbe, realmente, se debe ser un intrépido y arriesgado, porque apenas se da unos cuantos pasos se tropieza con alguna sorpresa que nos deja impávidos y sin aliento.
Damas con una vestimenta que incitan a la imaginación, caminan por estos lares, personas de dudosa procedencia que asustan e intimidan al caminante es otro sobresalto que se tiene, los comerciantes que deambulan en un ir y venir, poniéndole la mercadería en los ojos es una molestia.
Es más, al llamarles la atención estas personas son más groseras e inconscientes, a pesar que arriendan un local sacan sus productos hasta media vía peatonal, como sucede en la calle Juan B. Vela y Montalvo, donde los cajones y canastos son el adorno de la cuadra. ¿Y, los controles y autoridades? Pues, perdieron la batalla o no existe el compromiso y amor para la ciudad y sus conciudadanos.