Una pausa

Andrés Pachano

En las actividades humanas, las pausas son necesarias: llaman al reposo, concitan la reflexión. Pero… son difíciles de aceptar, de concebir.

Dura tarea, pero noble actividad, es aquella de enfrentarse semanalmente a una cuartilla en blanco, armado muchas veces solo de una intención y a veces solamente con una idea; su propósito: enviar esa página al Diario, para intentar trasmitir, conversar con el lector de los asuntos más diversos, de los capítulos que son los temas de la vida cotidiana de la colectividad; hablar de sus avatares, de sus historias, de sus leyendas; conversar de las inquietudes de sus seres, de aquellos que construyen la vida diaria de la sociedad.

Hablar incluso de lo hondo de la existencia de la comunidad, como también de aquello que nos parece simple y que en su sencillez esconde la profundidad de los actores de la comarca. Hablar de las vegas de nuestra tierra, de los libros y de sus fastos, de los seres que han ido construyendo obras y milagros en su andar terreno. En ese sin fin de motivos, parecería simple el encontrar el tema semanal de la columna del diario, pero… no ha sido así.

El terror de la página en blanco, hasta enamorarse del tema de la crónica, ha sido una hermosa angustia semanal, que sistemáticamente se diluía, conforme esa cuartilla en blanco se iba llenando de letras, de palabras conteniendo ideas; así, el tema pronto se agotaba, para dejar una estela inmensamente gratificante, para luego y de inmediato:… Imaginar, con inquietud, la reacción del anónimo lector más allá de la página.

Esas han sido en síntesis, las emociones semanales que me han acompañado desde el 2008, cuando recibí la gentil invitación del Diario La Hora de esta nuestra ciudad de Ambato, para que escribiera una columna semanal en su página de opinión.

He decidido hacer una pausa, por voluntad propia, en estas cuartillas semanales, agradeciendo a los lectores y al Diario La Hora, para quienes solo tengo inmensa gratitud. La Hora de Ambato siempre respetó mi opinión, jamás sugirió tema alguno, jamás censuró una idea.

Es hora de una pausa, es hora de retornar a lo que fue una constante en mi actitud: la de un anónimo ciudadano. Mil gracias.