Pactar con el correísmo a cambio de gobernabilidad era un juego muy peligroso para Guillermo Lasso, menos mal la ética y los principios jugaron un papel preponderante pese a los sorprendentes cabildeos en la Asamblea durante la semana, los ecuatorianos apoyamos a Lasso precisamente porque nos hemos cansado de la corrupción y de la desastrosa calidad de debate político al que nos llevó Correa en más de una década, es por eso que la decepción de los ecuatorianos pendía de un hilo hasta el día jueves con el supuesto acuerdo con UNES y mucho más grave en el caso de que estos impliquen procesos de indultos o impunidad, eso sí no tiene perdón en lo absoluto y es algo que el PSC tendrá que considerarlo, una cosa es estar abierto al diálogo de todas las tendencias ideológicas que me parece sano en una democracia y otra muy distinta es pactar con prófugos de la justicia y delincuentes que están tras las rejas por habernos robado descaradamente millones de dólares en nuestras narices, eso es inconcebible.
Yo creo de verdad que en política se deben llegar a consensos independientemente de la ideología, gobernar implica también negociar y la negociación como tal tiene un principio que es aprender a ceder, pero cuando eso conlleva un tema de ética ya no se puede colocar en el tapete ningún acuerdo.
Estas alianzas a lo largo de la historia nos han demostrado que incluso los más acérrimos enemigos políticos alguna vez se han unido, aunque parezca irónico debemos recurrir a la historia para entenderlo mejor y en eso los socialcristianos no ha tenido ningún tapujo cuando ha existido de por medio algún interés, debemos recordar al famoso “pacto de la regalada gana” entre el PSC y el PRE allá en los 90, la idea fue en su momento obtener las dignidades del Congreso Nacional y manejar las comisiones a su antojo, luego de ello regresaron al debate de insultos, por eso es que podemos calificar a nuestra política de “vergonzosamente graciosa”, y ahora parece no ser la excepción.