¿Un final?

Finalmente, Lenín Moreno ha abandonado el Palacio de Carondelet. Excesiva fue la espera de lo que algunos han calificado su gestión como “el peor gobierno de la historia”, con un deplorable manejo de la crisis sanitaria y con una fuerte represión aplicada en el paro de octubre de 2019.

En una primera instancia se prevé un mejor escenario para el país. El nuevo mandatario, Guillermo Lasso, promete poner fin a todos y cada uno de los problemas del Ecuador. Incluso, que lo iba a realizar en los primeros 100 minutos de gobierno.

Ahora bien, la nueva gestión tiene que hacerse cargo también de la anterior. Si bien es verdad que el gobierno de Moreno ya ha dejado un gran daño en el país, en el ocaso de su periodo presidencial se dedicaron a sentar las bases para dejarlo aún peor.

Esto es con las últimas medidas que se aprobaron debido a tanta insistencia o engaños de parte del ex ejecutivo. Me refiero a medidas como la eliminación del subsidio a los precios de los combustibles, la Ley de Simplificación Tributaria, o la mal llamada Ley de Defensa de la Dolarización.

La no focalización al eliminar los subsidios a los combustibles ha causado un gran descontento en el sector de los transportistas, y que el efecto de la medida recaiga en los más vulnerables.

Con la reforma tributaria se han visto fuertemente golpeadas las pequeñas empresas al tener que pagar un 2% de impuesto a la renta sobre sus ingresos. O una ley que pone en riesgo tanto, a los diversos mecanismos existentes para mantener una dolarización fuerte, como la continuidad de algunas cooperativas de ahorro y crédito.

El evitar más efectos catastróficos de la deplorable gestión anterior ahora recae en el nuevo presidente. De no realizarlo, solo se convertirá en cómplice de ello.

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