Subsidios (Continuación)

Ángel Polibio Chaves

Establecido el concepto de los subsidios directos e indirectos, con ejemplos de su aplicación podremos establecer con claridad los efectos sociales de los mismos.

Por ejemplo, si el Estado subsidia cada bombona de gas en dos dólares, si yo consumo tres bombonas en el mes porque mi nivel de vida me impone su uso para mayor comodidad, yo recibo seis dólares de subsidio, mientras que la familia de escasos recursos que apenas consume una bombona, recibe solamente dos dólares.

Si tengo un alto consumo de energía eléctrica porque poseo una casa grande, con infinidad de aparatos y por cada kilovatio el Estado subsidia cinco centavos, el beneficio que recibo es superior al que le corresponde a una familia del campo, por ejemplo, para la que el apoyo del Estado es sustancialmente menor.

En materia de transporte, el uso de combustibles para vehículos particulares, algunos de ellos de alto consumo y que prestan servicio a una o dos personas, subsidiar el combustible implica indudablemente beneficios mayores que aquel que se otorga para el transporte público, pues se podría establecer con facilidad que quien tiene un vehículo particular para su uso personal se beneficia mucho más que el usuario del transporte público que, proporcionalmente, recibe una ayuda sustancialmente menor.

De otra parte, es indudable que en este caso, el costo de los combustibles afecta a todos los precios del mercado por lo que su fijación demanda estabilidad, ya que sus variaciones implican también el incremento de otros costos y aún en países como el nuestro que por hallarse dolarizado no tiene mayores índices de inflación, no por ello escapa al efecto pernicioso que esto provoca.

Todo esto conduce a considerar que la política de subsidios tiene un altísimo componente social, por lo que su adopción exige extrema sensibilidad. (Continuará)