“Si roban, roben bien”

Esta frase lapidaria de una asambleísta de Pachakutik en medio de una ovación de sus seguidores exterioriza esa conducta natural del político promedio en el Ecuador, arribista y oportunista, que llega al poder con un solo afán, el de robar.

Los argumentos con los que se defiende no son nada más que excusas inútiles ante la burda realidad en la que vivimos los ecuatorianos, no es concebible tener ese vergonzoso nivel de representantes en la Asamblea.

Me hace acuerdo cuando un Alcalde de una ciudad en México mencionó que “había robado, pero poquito”, sí, esa es la clase de políticos absurdamente mediocres que tenemos en muchos países de Latinoamérica por no decir en todos.

Ese pensamiento está insertado en la sociedad, el que llega al poder llega a robar, llega a acomodar a su familia y arreglar su futuro, llega para salir de la pobreza, de hecho la pobreza en realidad no esta en estos individuos, sino en el pueblo que los elige, la pobreza de educación hace que la gente elija a personajes sin escrúpulos, sin valores y sobre todo sin vergüenza que hasta tienen la desfachatez de revelar públicamente sus intenciones arraigadas en lo más profundo de su ser.

“Es que si todos roban porque yo no” es el ordinario razonamiento que se hacen cuando tienen la posibilidad de cometer actos de corrupción, esta clase política no es exclusiva de la Asamblea, este mal llega a muchas instituciones y gobiernos seccionales.

La coima es parte del proceso, es el peaje que deben pagar muchos contratistas para ganar una obra o en su defecto hasta empleados públicos que deben pagar un porcentaje de su salario a aquel sinvergüenza que le dio el puesto, así funciona el sistema, así se ha institucionalizado desde hace algunos años, desde la máxima autoridad hasta los mandos jerárquicos más bajos.

Son organizaciones muy bien estructuradas, es algo que para ellos ya es normal. Es por esto precisamente que la justicia no debe tener piedad, debe haber sanciones, debemos empezar a sentar precedentes.