‘Libro luminoso’

Andrés Pachano

En momentos aciagos, angustiantes y tristes, es un bálsamo ver una luz en el horizonte. Ver las luces emanadas por los libros.

El título de la presente nota no me pertenece, es de Daniela Alcívar Bellolio; lo copio de la contraportada de aquella hermosa obra: “Pasiones de un hombre bueno” de Francisco Febres Cordero. Libro que ilumina aquello que entendemos como alma, esa cosa interna que sentimos los mortales; libro de afectos y gratitudes; libro escrito con pasión, sobre las pasiones de un ser extraordinario a quien la Patria le debe tanto; como lo dice el autor, es “un viaje por la vida de Benjamín Carrión”, recorrido realizado con cariñosa admiración como el propio autor lo confiesa. Encanta su lectura.

No es una biografía más; el propio autor, en un corto y decidor prólogo lo dice: “…Vivo en la intimidad, como lo conocí: puertas adentro. Pretendo que aquí el lector se encuentre con el ser humano, con el gran ser humano que Benjamín Carrión fue…”; y así, en esa tónica de los pasajes cotidianos, por tanto, humanos del personaje, discurre todo el ensayo, desde lo muy cercano, desde lo que la modestia propia del ser guarda solo para sí. Por eso se descubren aspectos desconocidos para el común: su infancia, juventud, sus viajes, sus amistades; detalles aparentemente simples hablan de lo hondo del personaje, por ejemplo, esta dedicatoria a la nieta: “Para Águeda, que ya estará alta y bella, para su orgulloso abuelo Benjamín. Con gran cariño que le tiene este cubano amigo, Nicolás”, y un poema para ella del inmenso Guillen.

O esa carta a Benjamín desde Londres que, entre otras cosas dice: “Por lo que veo, usted ya no se acuerda de mi pero yo si lo tengo muy presente….Le aseguro que chalar con usted fue una de las mejores cosas que me ocurrieron mientras desempeñaba ese puesto…Aunque con cierto atraso, quiero agradecerle mucho su voto a favor de mi novela [La Casa Verde] en el Premio Rómulo Gallegos…Reciba, junto a mi admiración y aprecio un cordial apretón de manos….Mario Vargas Llosa”.

Reconfortante ha sido la lectura de este magnífico libro, escrito con positiva pasión, obra que es una síntesis tierna de la memoria de un gran ecuatoriano.