La remoción del Alcalde

Giuseppe Cabrera

El alcalde Jorge Yunda ha sido removido de su cargo después de una serie de escándalos de corrupción, crisis institucional, pésima gestión de la pandemia y conflicto respecto a la concesión del metro de Quito, entre otros desatinos que han hecho que la mayoría de quiteños, mostraron el rechazo a su gestión.

En torno a su remoción, se han tejido los ya usuales “análisis” forzados que ponen énfasis en el papel de los medios de comunicación, el cerco mediático y lo racial y a ver, cuando se usa siempre el mismo método o enfoque para todo, pierde su capacidad analítica en los casos que sí va a ser necesario ser usado. Es decir, que sí, que hay un poco de ambas cosas en la remoción de Yunda, pero, al mismo tiempo sacar esos recursos para defender a un Alcalde hundido, con pésima gestión y que especialmente, merecía ser removido, es no hacerle el juego a ese político y darle relatos argumentativos, sino también, continuar con el uso moral de los buenos y los malos en la política, más allá de lo que importa, los capaces e incapaces.

Ahora, ya terminado ese proceso, otras tantas ciudades con crisis de representación se preguntan qué pasará con sus Alcaldes, como la de Guayaquil o el de Ambato y, hay que clarificar que, el proceso de remoción inicia como una petición de iniciativa ciudadana pero, es finalmente un acto de control político de los representantes, es decir de los Concejales, tanto el Alcalde Altamirano, como la Alcaldesa Viteri, tienen amplios apoyos dentro del Concejo Municipal y, un escenario así, es imposible. El trámite inicia en la Comisión de Mesa que, en el caso de Yunda, le fue contraria y permitió el continuar el proceso, si hubiera tenido mayoría a su favor a la interna, el pedido se archivaba y el asunto quedaba ahí.

La revocatoria de mandato en cambio es de iniciativa y resolución ciudadana. Se presenta por incumplimiento del plan de gobierno que presentó en campaña; iniciando con una solicitud al CNE y aprobándose o rechazándose por consulta popular. Hoy, los ciudadanos retoman el control social de sus autoridades y esto, podría ser el inicio de ciudades más críticas o de ciclos de crisis de representación.