El país vive la peor crisis carcelaria de su historia democrática y abordar el problema desde una visión unidimensional puede solo agravar o en el mejor de los casos aplazar sus causas y empujarlo para el futuro.
La escalada de la violencia, el hacinamiento, la falta de recursos y el manejo de mafias son solo por mencionar unas pocas razones detrás de los episodios intensificados de violencia que hemos visto estos días, el número de muertos reportados ya supera a los que se cometieron el año pasado.
Un Estado policial con miles de policías controlando las entradas, armas e ingresar a disparar a quema ropa a todos los crímenes no va a solucionar nada, más allá del bochinche de quienes creen que el problema es sencillo y no tendrían idea de qué hacer frente a esa situación.
El hacinamiento es uno de los grandes retos a resolver, el exceso de encarcelados sin sentencia ejecutoriada, el uso indiscriminado de la prisión preventiva como medida cautelar para evitar la fuga, en un sistema de justicia penal que juega a ver quién le hace más de justiciero y la sobrepoblación de consumidores de estupefacientes, que siendo considerados como enfermos por la Constitución han sido criminalizados y condenados como micro traficantes mientras los grandes capos de la droga, siendo libres y campantes acabando con la vida de los consumidores y adictos. Resolver el hacinamiento es también disminuir los niveles de violencia internos, la ya de por sí dañada psiquis de los criminales se ve más tensionada viviendo uno encima de otro en condiciones infrahumanas y, esto no va de si se protege más a los criminales o a la víctimas, sino de evitar que haya más víctimas.
El equipamiento de los policías sin duda es también importante, el Gobierno de Moreno se preocupó más por equipar a las fuerzas del orden con material anti disturbios, o sea para contener la protesta social, que en equiparlos con material anti motines y tecnología para abordar con éxito estos episodios salidos de la peor película de terror apocalíptica.
Diseño, implementación y evaluación de políticas públicas es lo que único que va a solucionar él problemas, más allá de designaciones políticas o cuentos de mano dura.