Cuba libre

Agustín Sánchez

Mientras el gobierno dictatorial cubano busca responsables de las manifestaciones populares acontecidas en la isla, distrayendo la atención bajo la retórica “anti-imperio”, pretende ocultar el agotamiento de un sistema insostenible que cada vez acumula más detractores.

La alarmante situación económica natural de Cuba que se agudiza con el pasar de los años, a la que se suma la crisis sanitaria a causa del Covid-19, ha sido el detonante para generar un descontento popular que ha volcado a miles de personas a las calles, aspecto con precedentes históricos aislados, pues el estado de miedo en gobiernos dictatoriales restringen absolutamente cualquier muestra de descontento.

Autoridades cubanas, ya han iniciado medidas represivas que evitan exteriorizar la situación actual del país, con apagones digitales que cortan cualquier tipo de comunicación, y detenciones a personajes visibles que se oponen al régimen.

Quizá surge el momento de dos generaciones, una que defiende la revolución, de a poco extinguiéndose, la cual no conoce otra alternativa de vida, sino exclusivamente la que les ha sido impuesta, y otra que renace del hartazgo en un país sin oportunidades que depende de las dádivas gubernamentales.

Resulta complejo anticipar si este es el inicio del fin castrista, sin embargo, da claras muestras de un debilitamiento del status quo, erosionado por los atropellos y desigualdades instauradas por sus máximos líderes, cuya característica principal es explotar a sus habitantes bajo la idea de un justo reparto, que paradójicamente solo les llega a quienes gobiernan, viviendo acomodados en puestos de poder y disfrutando de los pocos recursos que quedan.

Lo que si resulta claro es que Cuba irá despertando hasta lograr aquello que verdaderamente constituyen elementos dignos para el desarrollo humano, respeto a los derechos y libertad.