Baños y el covid

Carlos Arellano

A finales de marzo de 2020, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) del cantón Baños de Agua Santa, presidido por el alcalde Luis Silva, en conjunto con varios ciudadanos, impidió a un grupo de policías ingresar a la Escuela de Formación de Policías ubicada en la misma ciudad. Las autoridades del cantón alegaban que los gendarmes estaban contagiados de Covid-19 y que su ingreso ocasionaría que el virus se propague en toda la ciudad.

En poco tiempo Ambato, Pelileo y Baños registraron el mayor número de infectados en toda la provincia de Tungurahua. El acto protagonizado por el alcalde y sus simpatizantes, que incluso podría catalogarse de inhumano, no impidió que el virus llegue a la ciudad.

A raíz del levantamiento de las primeras restricciones establecidas durante el Gobierno del expresidente Lenín Moreno, la ciudad empezó a reabrir su industria turística con la finalidad de recuperar parte del flujo de visitantes que durante las últimas décadas caracterizó a Baños como una de las ciudades más concurridas por extranjeros.

Este mismo cantón que en los primeros meses de la pandemia se consagró como una trinchera que impedía el ingreso de propios y extraños, hoy está desbordada de turistas. En redes sociales, por ejemplo TikTok, son frecuentes los videos que muestran los desmanes de un sinnúmero de personas que desafiando al virus convierten a las calles céntricas de la ciudad en discotecas y bares. Sorprende aún más, la pasividad de las autoridades que no impiden que estos hechos se repitan cada semana.

No obstante, Baños no es la excepción. Otras ciudades turísticas de Ecuador se inundan de miles de ciudadanos que al parecer imaginan que la pandemia ha terminado y que la vacuna significa inmunidad.

Es necesario reconocer las acciones del Gobierno que promueven la reactivación turística en todo el país, considerando que este sector es uno de los más afectados y uno de los sectores al que más tiempo le tomará en recuperarse, sin embargo, sin un plan de concientización sumado a la desobediencia ciudadana, el país podría enfrentar una nueva ola del virus que destruirá lo que ha costado construir. Sin responsabilidad ciudadana, cualquier esfuerzo será en vano.