Todos se hacen los locos

Juan Francisco Mora

Parecería que de entre todas las personas que conforman la larga fila para acceder a la ventanilla del banco a nadie le importan los 81 años de doña Matilde y tampoco lo difícil que se le hace mantenerse en pie durante tanto tiempo hasta lograr hacer un retiro de sus ahorros.

No hay cajero en esa ventanilla que por Ley debería atender de manera prioritaria a los clientes en condición vulnerable y para los cajeros de las otras ventanillas doña Matilde parecería ser invisible. Poco le importa al guardia hacer respetar el derecho de la adulta mayor y le dice que si quiere ser atendida se ponga en la fila general.

Todos “se hacen los locos” y nadie muestra un mínimo de respeto y consideración con la mujer.

Es una lamentable escena de la vida real y ocurre con una espantosa “normalidad” en una sociedad que desvaloriza a los adultos mayores y omite su existencia desde la perspectiva del consumismo y materialismo; en donde ni siquiera a través de las leyes existentes se logra hacer respetar su situación de vulnerabilidad.

De la misma manera en que ocurrió en el banco ocurre en paradas de buses, servicios públicos, cruces peatonales, supermercados, restaurantes, comercios y en general en todos aquellos lugares en donde se los atropella por su condición de edad.

¿Será que las generaciones más jóvenes ven a la vejez como algo lejano y no piensan que algún día podrían llegar a vivir esa marginación social?

¿Acaso olvidamos que con ese comportamiento errado estamos creando cultura y definiendo la forma en que seremos tratados en el futuro?

El adulto mayor merece la consideración y respeto de toda la comunidad. Son un referente de sabiduría, experiencia y orientación para la vida. Han cumplido su ciclo productivo, pero eso no significa que deban ser descartados o desechados.

Nuestros adultos mayores cumplen un papel protagónico en la sociedad y estamos en la obligación de hacer todo lo que esté en nuestras manos para ayudarlos a vivir una vejez con dignidad y veneración.