Tender la mano

Víctor Corcoba H
Víctor Corcoba Herrero

Desde siempre, tender la mano como verter sonrisas o abrazar al desvalido, ha sido un necesario lenguaje del corazón, que cualquiera requerimos en algún momento, máxime en una época con tantos frentes abiertos y con las barreras de la indiferencia en continuo ejercicio, lo que nos hace que seamos incapaces de finalizar con el maltrato social e institucional.

Las personas más débiles, que son aquellas que viven en la miseria, continúan siendo blanco de actitudes hostiles. Solemos estigmatizarlas, faltándoles al respeto, bajo el paraguas de la exclusión y apartándolas del propio sistema, culpándoles de la situación, sin ahondar en los verdaderos motivos que han originado este contexto. Desde luego, estos injustos escenarios, deberían hacernos repensar.

Lo importante es tomar la condición de servidor y no servirse de nadie. Mantener la mano tendida, lo sé, no es fácil; pero es muy importante para dar a nuestra savia personal un sustento de servicio que nos realice, así como una subsistencia social en la dirección adecuada.

Más pronto que tarde, hemos de fraternizarnos, lo que conlleva apoyar ese grito silencioso de multitud de desamparados que apenas tienen lo indispensable para vivir, aunque el mísero tampoco tiene ni siquiera lo indispensable. Por ello, es vital comprender la necesidad de algunas personas y cómo las diversas formas de violencia y dominación interactúan entre sí y afectan a las personas que malviven en la escasez.

Experimentar a diario esta inmoralidad nos deshumaniza por completo, algo verdaderamente destructivo, hasta el extremo de volvernos leones entre sí; en una selva sin principios ni valores, lo que supone una pérdida catastrófica de potencial humano para la sociedad. Por consiguiente, extinguir las múltiples pobrezas no es un trance de compasión, es una práctica de justicia y un modo de conciliarnos, haciendo de nuestra vida una ofrenda de comunión.