¡SOS Nicaragua!

Carlos Arellano

Nicaragua, el pasado fin de semana, en un proceso electoral caracterizado por un histórico ausentismo, sin garantías y cuestionado por la comunidad internacional especialmente por distintos países latinoamericanos, eligió nuevamente a Daniel Ortega como su presidente.

Ortega, quien controla todos los poderes del Estado, sembró el terror a lo largo de este territorio centroamericano. Empresarios, defensores de derechos humanos, opositores y periodistas son parte de la larga lista de presos políticos que tiene Nicaragua. Incluso, el gobierno ha provocado el exilio de al menos 120.000 nicaragüenses.

El Gobierno utiliza con frecuencia la fuerza para reprender y silenciar a sus opositores. Por ejemplo, durante las manifestaciones de 2018, las fuerzas del orden y fuerzas de choque aliadas al “orteguismo” habrían provocado la muerte de 320 personas.

Daniel Ortega convirtió a Nicaragua en un estado paternalista y despilfarrador del erario. A pesar de la reducción de los indicadores de pobreza, pobreza extrema y desempleo (a través de la creación de empleos públicos); el sobreendeudamiento y la corrupción desecharon cualquier posibilidad de crear las condiciones apropiadas que le permitan a este país salir del subdesarrollo en el que vive inmerso.

Rosario Murillo, esposa de Ortega, actual vicepresidenta, ha sido firmemente cuestionada por el mal uso de los fondos públicos. Muchos la catalogan como la autoridad que concentra más poder que el mismísimo presidente y es quien decide el destino de Nicaragua.

No es de sorprenderse que la vicepresidenta ordenara gastar millones de dólares para la construcción e instalación de grandes estructuras metálicas denominadas los “árboles de la vida” que personifican el derroche estatal y los gustos excéntricos de la familia presidencial.

Respecto a la pandemia, Nicaragua no solo ocultó los datos del coronavirus, es uno de los países con la menor tasa de vacunación en América Latina. Apenas el 5.5% de su población está completamente inoculada contra el Covid-19.

Tristemente Nicaragua es la Venezuela centroamericana, sometida por una familia que construyó un imperio sobre el dolor y la sangre de un pueblo que exige libertad y dignidad.