Somos otros

Por: Ramiro Ruiz R.

En las últimas décadas la ciencia y la tecnología consiguió globalizar la comunicación en poco tiempo, como nunca antes habíamos imaginado. La comunicación global nos acerca en el instante sólo accionando un teléfono o una computadora. Recibimos y entregamos información virtual de todas las ciencias, el cine, el arte en todos sus lenguajes. Tenemos a disposición bibliotecas.

La economía también se globalizó. En Ecuador producimos banano, camarones, flores para Norteamérica, China o Australia. Las negociaciones de exportación se lo hacen desde la oficina, y ahora desde casa. Vivimos en el mundo de la proximidad y la unión. Los vuelos están a la orden en todas las ciudades del mundo.

Por desgracia, nos llegó el virus que se propagó hasta el último rincón del planeta. Las actividades se paralizaron. Se extendió primero el miedo, luego el pánico. Nadie estuvo preparado, ni el rico, ni el pobre, ni las naciones del primero mundo, peor aún, las del tercero. Cambiaron de un día para otro las costumbres, los horarios de trabajo, las relaciones personales. Así mismo, aparecieron las limitaciones en los sistemas de salud y educación. El universo y sus habitantes somos otros.

Las noticias reportan miles de muertos por causa del virus. Nuevamente los gobiernos de países europeos toman medidas urgentes. Los servicios de salud están cargados de víctimas. Las funerarias no alcanzan a dar los servicios. Sin embargo, no tomamos conciencia que la prevención de contagios y la defensa de la vida está en manos y responsabilidad de cada uno.

Aparecieron millones de indisciplinados, en París, Estocolmo, Tokio o Quito. Los turistas visitan ciudades, los pendenciaros y parranderos caminan por las calles y parques, entran a las discotecas. Los delincuentes y lo corruptos aprovecharon del pavor y el desconsuelo.

Con este problema se confirma el poder y la necesidad de la cercanía humana. Apareció la confusión de la valentía y la simpleza, la imprudencia y la locura. Se esfumó el temor a la muerte. Pero aquí subsistimos. Vivimos en sociedades, con otros, para otros, por ellos. Esperamos que los demás vivan para mí.

Mientras tanto, los científicos se unieron gracias a la comunicación y trabajaron a velocidades ignoradas hasta apenas un año. Descubrieron la vacuna. La producción es más lenta que la demanda. Los países ricos compraron hace meses. Los pobres no tienen dinero suficiente. Se agudiza la desigualdad. También la diferencia de actitudes de gobernantes y ministerios. Es evidente la incapacidad de financiar, comprar, y planificar al detalle y poner en marcha un plan operativo de vacunación. Mientras tanto seguirán las interminables colas de ancianos en espera de atención.