Solsticio, 21 de diciembre

Iván Paredes

Hoy nos encontramos en el momento más importante y trascendental del año, en cuestión del tiempo, de estudios astronómicos, pero sobre todo, de creencias y manifestaciones culturales que han demostrado la valía e importancia del Solsticio del 21 de diciembre en el proceso universal de la galaxia donde nos encontramos.

Al estar situados en la línea equinoccial denominada Ecuador, en la mitad de los dos hemisferios, en un espacio geográfico donde la tierra produce sus mejores frutos y, por supuesto, con un amplio conjunto de pueblos indígenas que han mantenido el pensamiento milenario del ciclo astral.

Desde su lengua ancestral se conoce a este día como el ‘Kapak Inti Raymi’ (Qhapaq Inti Raymi), que es el agradecimiento al ‘Taita Sol’ por el inicio del nuevo período de siembra, cuando la chacra de maíz, está en plena temporada de deshierba, que en lengua kichwa es el Jayma Pacha.

Este día ha estado dentro del calendario Inca como medición del tiempo y, quienes hemos estado en Machu Picchu podemos dar fe de la existencia de la columna de piedra llamada ‘Intihuatana’ que es la construcción religiosa del Imperio Inca, cuyo significado es ‘Picota del Sol’ o, como le conocían en las comunidades indígenas ‘Para atar al Sol’, que no era otra cosa que atar al Sol a la piedra para que no se escape, siendo considerada una fiesta religiosa donde se bebía la chicha de jora, se sacrificaba animales, se masticaba la coca, se bailaba, todo esto, en honor al gran astro Rey.

En la mitología griega, se cuenta que el solsticio de diciembre donde se produce el invierno, es por la tristeza de Deméter (Diosa de la Naturaleza), por el rapto de su hija Perséfone.

Y, es así, como este día tiene tanto significado cultural donde la claridad es más corta y la noche es más larga.