¿Serán lo mismo?

Gabriel Adrián Quiñónez Díaz
Gabriel Adrián Quiñónez Díaz

Yo me cuestiono, ¿los que ven al Cotopaxi desde Quito, y quienes lo miran desde Latacunga, observan el mismo volcán? Sí y no. Al volcán se lo ve desde horizontes tan diferentes, que parecen dos montañas, sin embargo, son dos percepciones centradas en el mismo objetivo.

Esa es la abundancia no solo del paisaje, sino de la humanidad: la diversidad, el valor de las perspectivas de cada uno, y la tolerancia para admitir que el mundo no es lineal; que la realidad no es blanco y negro; que en todo no hay matices. Se precisa, además, generosidad para entender tema tan obvio, pero tan difícil.

Sí, complicado porque la tendencia arraigada entre intelectuales y políticos, entre creyentes sometidos a todos los dogmas y entre la gente de a pie, que apunta a negar la evidencia de la diversidad, a condenar a “los otros”, a imponer consignas simplificadoras, afirmar verdades absolutas, censurar el derecho a discrepar, y no mirar el volcán desde el otro lado.

Y todo ello ocurre bajo el enmascaramiento de la hipocresía, a tono con el discurso falso e hipócrita de la tolerancia y con la mentirosa proclamada del debate. La tesis, no exenta de cinismo, es “admitir” los distintos puntos de vista como se oye llover, y de modo tal que todos los gastos resulten pardos. La estrategia es hablar de democracia, pero negar los derechos a las minorías, y proclamar la igualdad para inaugurar un sistema sin libertad y agravando las desigualdades.

Uno de los problemas de la perversión de la democracia es pensar que las mayorías-que son simples fórmulas para solucionar el problema de la toma de decisiones-, son la panacea para distinguir lo verdadero de lo falso, lo ético de lo que no lo es.

El principal problema es que las mayorías consideran que tienen derecho absoluto a desconocer y objetar sistemáticamente las ideas de los otros, afirmarse en la necia postura de las verdades únicas, y olvidar que el Cotopaxi puede ser, al mismo tiempo, parte de muchos paisajes y horizontes de dos provincias.

El asambleísmo es el peor enemigo de la democracia liberal, porque entre los elementos esenciales del republicanismo están en juego de ideas, diálogo y el debate racional, es decir, todo aquello de entender el poder, la sociedad, la cultura, como diversidad; está la actitud que asume que los demás tienen derechos y que sus opiniones y las perspectivas desde donde se miran los temas del país son respetables y deben discutirse.

Esa es la actitud liberal que no simplifica el mundo y que entiende que la política no es la imposición de una doctrina, un proyecto o un movimiento.  ¿seremos capaces de entender que el Cotopaxi puede mirarse desde muchas formas.