Existen políticos preparados para ganar elecciones, pero no necesariamente para gobernar un país, donde casi no hay partidos políticos sino empresas electorales. Con la experiencia acumulada, no solo sufragamos por el presidente, lo hacemos por una línea de acción, por un equipo de trabajo que ningún candidato muestra previo a las elecciones. Nadie en campaña electoral dice quiénes serán los ministros y funcionarios del más alto nivel, esas dignidades recién se nombran cuando se ganan las elecciones y comienzan las negociaciones, alianzas políticas, tronchas, cuotas, o “acuerdos entre privados”.
El actual presidente que indiscutiblemente se preparó para el cargo, que lo buscó desde hace doce años, nombra funcionarios que, en su primer intento por gobernar, debieron ser estudiantes universitarios, es decir, o antes no tenía cuadros o tampoco los tenía ahora. Se nombra y ratifica a gente comprometida con un gobierno con altas sospechas de corrupción, con ex funcionarios presos, prófugos, glosados, etc.… y en esa ruleta se sigue apostando por los mismos. En salud, funcionarios de hospitales donde se cometieron actos de corrupción, ahora tienen otros cargos de responsabilidad. Burócratas que no votaron por el actual presidente y que en su oportunidad (de oportunistas) debieron haber jurado “lealtad” al anterior gobierno, ahora se “cortaran las venas” por el actual y en esa gente no se debe confiar. Parecería que el pacto fallido para la designación de autoridades de la Asamblea, sigue intacto para otros estamentos del estado.
Ecuador está en la lupa del mundo y más de Latinoamérica, los aciertos o errores que cometamos tendrán consecuencias en toda la región, no desperdiciemos esta oportunidad histórica.
Los griegos utilizaban la palabra “tadeonta” que significa “lo que corresponde” y lo que corresponde es el cambio, no hay otro camino. No se puede gobernar con algunos de los que destrozaron el país. El señor presidente en algunos nombramientos se equivocó, planteó mal la alineación titular, pero puede rectificar porque el autogol amenaza y porque corremos el riesgo que nuevamente nos goleen los mismos.