Pequeña ventana al alma

Existe un viejo dicho de que los ojos son una ventana al alma. En la biblia, en el libro de San Mateo, se dice que los ojos son el reflejo del carácter. En la película “Cara Cortada”, cuando el primo de Tony Montana le pregunta por qué sabe que le gusta a Elvira, la esposa del jefe de ellos, Tony responde con su afamada frase “los ojos, chico, nunca mienten”.

Más allá de las referencias cinematográficas y bíblicas del papel que desempeñan los ojos, la verdad es que estos, y en particular las pupilas, han sido objeto de estudio en diversos campos. Para Daniel Kahneman y Jackson Beatty, la variación del tamaño de nuestras pupilas se debían a más razones que a la cantidad de luz del ambiente. Estos dos investigadores se establecieron la tarea de analizar el comportamiento de la pupila frente a un desafío matemático de dificultad moderada. Hallaron que la pupila aumenta de tamaño al enfrentarse a este desafío, y que, cuanto mayor era la dificultad, mayor era el tamaño que alcanzaban. Solo volvía a su tamaño inicial cuando la persona lograba obtener el resultado, o cuando desistía de realizar el desafío. Así, el tamaño de este componente del ojo humano constituye un medidor de energía mental, un indicador de cuánta atención enfocamos en una tarea en particular. Otros estudios también demostraron cómo con fotos de personas de nuestro interés ocurre el mismo efecto: se dilataban las pupilas de los voluntarios al mostrarles fotos de personas atractivas. Lo mismo al realizar una simple compra; al llegar al objeto de nuestro deseo, se produce un ligero aumento de las pupilas.

Es evidente con lo expuesto que los ojos resultan una ventana al alma o, más concretamente, las pupilas. De esta manera, Tony Montana debería haber respondido a su primo “las pupilas, chico, nunca mienten”.

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