Huelga de hambre

Verónica Narváez

Son tiempos donde la salud tiene un protagonismo extremo, tenemos ya la presencia de la variante Delta del coronavirus en el país y en nuestra provincia; sin embargo, en la historia se ha vivido épocas similares y ninguna de ellas ha mermado la profunda lucha de causas justas, hoy me refiero a protesta de nuestros maestros, los maestros de nuestros hijos, los padres de muchos y hasta estudiantes, que dejan a un lado su salud en estos días de cuidados extremos y se pliegan a una huelga de hambre por buscar que entre en vigencia las reformas a la Ley Orgánica de Educación Intercultural (LOEI).

La vigencia de las reformas a la Ley permite que se reintegren a sus puestos de trabajo de cientos de maestros desvinculados, se equipare el salario a servidor público 3, se reduzca los años de jubilación a 25 años, se entregue el 6% del Producto Interno Bruto (PIB) para la educación, entre otras que buscan mejorar el sistema educativo garantizando calidad en la educación en el país.

Ahora con la experiencia de tener a nuestros hijos educando en casa vemos lo complejo que es la tarea de enseñar, es vocación es entrega de paciencia y años de experiencia. ¿Quién no recuerda al menos a un maestro de su época escolar?, ahí estuvimos entre 50 alumnos más, así nos educamos y recordamos con cariño a cada uno o al menos algunos de nuestros profesores, merecen mejorar sus condiciones que no se quedan en su esfera trasciende a la formación de nuestros hijos. El diálogo debe llegar a consensos, que las resoluciones sean acertadas, recordemos que la reforma estuvo en debate más de 3 años y fue aprobada con apoyo de todos.

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