En el borde del precipicio

Por: Oliver Briceño

Entre las muchas enseñanzas que nos ha dejado esta pandemia, debemos destacar la de saber escuchar a los científicos. Pese a que el virus SARS-Cov 2 ha tomado al mundo un tanto desprevenidos, no ha sido por falta de advertencias.

En octubre del año 2007, en un estudio realizado por la universidad de Hong Kong, se advertía, doce años antes de la llegada del nuevo coronavirus, de la posibilidad que “un nuevo virus del tipo SARS-Cov pueda pasar de animales a humanos”; además, señalaban que la “cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China es una bomba de relojería”.

Ahora bien, con estas experiencias se esperaría que el mundo se muestre más predispuesto a escuchar a la comunidad científica. Nada más lejos de la realidad. El próximo gran peligro para la humanidad es el cambio climático. En el acuerdo de París, adoptado por 197 países en el año 2015, se busca disminuir los gases de efecto invernadero para lograr mantener el aumento de la temperatura global promedio por debajo de los 2 °C en el presente siglo, siendo lo ideal que solo llegue a 1,5 °C; y así contrarrestar los efectos del cambio climático, como las sequías extremas, incendios forestales, inundaciones con lluvias más torrenciales, olas de calor más intensas y graves impactos en la seguridad alimentaria.

Sin embargo, en un estudio realizado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), se establece que en al menos uno, de los próximos 5 años, se rebase la meta de los 1,5 °C. En lo que va de 2021, el mes de julio está siendo el más caluroso en el mundo desde que hay registros. Las advertencias sobre el cambio climático no están durante 12 años como con el coronavirus causante de la Covid-19, sino que llevan décadas. Cabe esperar si se repite el mismo escenario y se toman acciones demasiado tarde.

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