Eliminación de la pobreza

Jorge Zambrano Andrade

Ecuador reclama un modelo económico que permita la integración de los desfavorecidos y la erradicación de la pobreza. Se requiere que se combine la libertad de mercado con la justicia social, alejado del capitalismo más despiadado o del socialismo más intervencionista.

Tenemos la obligación de construir un mundo más seguro, justo y humano, sólo reduciendo la pobreza, mejorará la situación política y la delincuencia en el país.

La gobernabilidad democrática en Ecuador está en riesgo. No hay duda que existe una relación entre la salud de la economía mundial la inclusión social, y la gobernabilidad democrática.

En este siglo de avances y de ciencia, no hay nada más absurdo ni más intolerable que la omnipresencia del hambre erradicarla solo requiere voluntad política.

Uno de los culpables de la situación en la región es la globalización económica que causa desequilibrios en perjuicio de los países en desarrollo, especialmente los más pobres.

La historia nos enseña que las graves disparidades económicas y sociales, la injusticia, la discriminación, la intolerancia y el abandono de la cooperación internacional para resolverlas generan, en buena medida, las amenazas que, como el terrorismo, padecemos.

El excesivo peso de la deuda externa, consume muchos recursos de los países en vías de desarrollo y acaba ahogando sus posibilidades de crecimiento.

La deuda externa de los países pobres no debe ser tratada como un tema meramente económico o un dato estadístico, sino como un verdadero drama humano y social que les impide avanzar.

Ecuador consume el 40 por ciento de su presupuesto en el pago de la deuda, por lo que es imperativo un acuerdo global, histórico y humanitario entre deudores y acreedores para reducir el peso de la deuda y canjearla por proyectos de inversión.

Los países ricos ofrecerán este año al Tercer Mundo 60.000 millones de dólares de ayuda al desarrollo, mientras que les cobrarán por concepto de la deuda externa más de 450.000 millones de dólares.

Los países latinoamericanos también están en contra del proteccionismo comercial, ya que les impide colocar sus productos en los mercados más desarrollados.

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