Saca las botas de la cultura

Juan Francisco Mora

Entendiendo la cultura como la más amplia compilación de las expresiones humanas de un pueblo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana ha sabido custodiarlas y darles significación desde 1944.

¿Qué hubiera dicho Benjamín Carrión Mora ante la irrupción de la Policía Nacional y la Fiscalía en la sede nacional de la Casa de la Cultura? Su fundador proyectó un espacio independiente de la estructura estatal, libre de injerencia política y autónomo; justamente para que ningún gobierno de turno ‘meta la mano’ en la libertad de pensamiento y expresión cultural.

Seguramente hubiera rechazado frontalmente cualquier uso indebido del edificio con fines ilegales (como permitir el almacenamiento de material bélico, por ejemplo); pero probablemente también se hubiera indignado por el concepto, la forma y los argumentos bajo los cuales se allanó la sede.

Quizá Benjamín Carrión Mora se habría sumado al grito del escudo humano de artistas y sus familias que llegaron a intentar impedir la toma policial: “¡Esto no es cuartel!”.

Invadieron el lugar con un despliegue de fuerza digno de una película de Hollywood, a pesar de que muy bien saben que la delincuencia organizada que azota a los ecuatorianos y sus arsenales no están allí. Las únicas armas que pudieron encontrar fueron libros, pinceles, instrumentos musicales, vestuario teatral o alguna vieja cámara de cine de Ulises Estrella.

A lo largo de la historia de la humanidad, uno de los comportamientos característicos de las dictaduras y el fascismo ha sido apoderarse por la fuerza o bajo algún argumento político/legal de los espacios físicos que concentran a los librepensadores y/o a las instituciones que los acogen (como centros culturales y universidades).

Creen que al tomar control físico del lugar también pueden someter a las ideas, a la creatividad y a la rebeldía. Campus de estudio y generación de pensamiento libre como universidades o centros culturales deben ser honrados y respetados; allí se piensa, allí se crea, allí se eleva el espíritu humano.