Agustín Sánchez
Si bien nos hemos acostumbrado a que, en época preelectoral, el ambiente se torne similar al de aquel popular programa televisivo llamado ‘La feria de la alegría’, la situación actual, los cambios en las preferencias generacionales y la ambición de poder no solo resultan insultantes para la inteligencia del elector, sino que también ponen en riesgo aspectos y situaciones de gran relevancia.
Fíjese: en las últimas semanas, se ha evidenciado que la falta de decisiones ha agudizado la crisis energética, priorizando la rentabilidad política sobre las duras medidas que deberían haberse adoptado meses atrás. Se ha ejecutado un agresivo plan de condonación de deudas con la banca pública y la reducción de las tarifas de electricidad, costos que asumimos todos los contribuyentes, ¿a cambio de qué? De simpatías que pretenden convertirse en votos.
A pesar de la crítica situación económica, se ha implementado una tendencia hacia los feriados largos, como si la solución radicara en descansar y no en producir. La CTE ha suspendido los controles de tránsito en las vías estatales, sin importar el riesgo que esto representa para los usuarios en las próximas festividades, seguramente para no afectar al sector del transporte público en estos momentos de fragilidad nacional. Y así podría seguir mencionando otras decisiones igualmente cuestionables.
En todo caso, nos queda reflexionar sobre esta estrategia política que, si bien tiene como objetivo captar votos, lo único que genera es postergar el pago de la cuenta y engrosar las deudas que ya se acumulan. Estos hechos me recuerdan a las declaraciones de un expresidente que mencionaba, en medio de la crisis y el desempleo, que “se tiene una tarjeta de crédito para seguir subsistiendo”, como si las cuotas se pagaran por arte de magia. Que quede claro: estas generosas dádivas electorales las pagamos todos, más temprano que tarde.
Por si fuera poco, varios voceros gubernamentales, con sus declaraciones, generan desconcierto respecto a la seguridad jurídica, diciendo y desdiciendo cómo y cuándo cumplirán la ley. Para ser más explícitos: no sé ustedes, pero, conforme pasan los días, y observo estas prácticas electorales y el uso del poder para anular a todo aquel que cuestione o incomode al poder, me parecen muy similares a las que ejecutaban aquellos que, como su eslogan decía, “nos robaron todo, menos la esperanza”.