Régimen de partidos (3)

Ángel Polibio Chaves

La vivencia democrática, junto a la definición ideológica y programática, es una condición tan importante como éstas: la falta de democracia al interior del partido político degenera en su conducción totalitaria: es el líder o el dueño del partido quien toma las decisiones; así se desvaloriza la participación de los militantes cuando no se degenera en totalitarismos o, en su defecto, los militantes se creen en el derecho de tomar sus propias decisiones.

Cuando observamos el comportamiento de quienes hacen política en nuestro país, hemos de coincidir en la necesidad de procurar la existencia de un régimen de partidos para evitar el triste espectáculo de “coincidencias” de grupos que van desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda, unidos por su ceguera y sus mezquinos intereses circunstanciales; de legisladores que, o se someten sumisamente a la decisión del jefe, o resuelven “sacrificarse” vendiéndose al sector que le ofrece la satisfacción de sus apetitos.

La política es demasiado importante y seria como para que esté en manos de aventureros o de liderzuelos que solamente aspiran a seguir lucrando de esta noble actividad a la que han degradado convirtiéndola en el peor propósito que puede plantearse un ciudadano comprometido con el destino de su Patria.

¿Y la ciudadanía?: indiferente; creyendo que las cosas van a cambiar algún día, pero sin proponerse el compromiso de ser actores de ese cambio; sin asumir que en sus manos está      la posibilidad de lograr que su destino cambie. Hablando mal todos los días de la política y de los políticos, pero sin hacer el menor esfuerzo por involucrarse en el quehacer político al que consideran indigno de su “pulcritud”, sin entender que su indiferencia está permitiendo precisamente que la construcción de su destino esté en manos de los menos honrados y capaces.

Un partido político ideológico, programático y democrático es la opción.