Qué remedio

NICOLÁS MERIZALDE
NICOLÁS MERIZALDE

Que el Presidente tuvo inversiones en paraísos fiscales nunca fue un secreto para nadie, de hecho, la norma que prohíbe que un candidato las tenga fue promulgada con dedicatoria para el actual mandatario. Lo digo, por hacer un ejercicio memorístico en este país amnésico.

Ahora bien, que las haya mantenido o camuflado aún después de ser candidato es algo completamente distinto que aún no ha logrado comprobarse y de ser así pone en peligro la estadía de Lasso en Carondelet.

Este escenario no corroborado ha generado una crispación legítima por parte de ciertos sectores que se sorprenden ante actos que sin ser ilegales son al menos, moralmente reprochables según qué casos.

Aunque Lasso ha puesto a disposición de la ciudadanía una serie de pruebas que rebaten el discurso de la oposición, la opinión pública ya ha emitido su descontento ante esta revelación para nada reveladora.

Y en este contexto resulta una caretucada de peso que le pida una contribución extra a la poca clase media que queda o a quienes tienen patrimonios quizá sin liquidez como nos proponía en la facción tributaria de la abortada multi-ley CREO.

El manejo de esta crisis política creciente ha sido deficiente por parte del Palacio de Gobierno, puesto que ha preferido ejercer tácticas defensivas más bien cerradas antes que entablar conexiones pragmáticas de cara a una de las más titánicas luchas de poder entre el Ejecutivo y la Asamblea Nacional de los últimos tiempos.

Ciertamente existe un grupo de oportunistas detrás del telón listos para aprovecharse del caos, que el propio Lasso ha bautizado como el triunvirato de la conspiración, aún cuando en pro de una estabilidad a corto plazo tendrá que buscar puntos concretos de encuentro con alguno de ellos para destrabar la ardua tarea reformista que le espera. En fin, gajes de la democracia, qué remedio.