Primer mundo

AGUSTIN SÁNCHEZ

Hace pocos días escuchaba unas declaraciones del Alcalde de Quito, quién abiertamente anunciaba un subsidio para usuarios del Metro, sistema de transporte que por cierto no tiene fecha de arranque. No solo eso, sino que para justificar tal ofrecimiento se comparaba con países del primer mundo. Y a esto último es lo que busco referirme en esta columna, pues es reiterativo que se compare la gestión de países desarrollados para justificar el accionar de sus autoridades. Entonces, ¿todo lo que se hace en esos países es replicable? En principio sí, sin embargo, existe un factor fundamental que se ha evidenciado en las distintas prácticas o proyectos que han intentado replicarse en países de América Latina, y es la cultura de la gente, y el tiempo durante el cual esas sociedades han madurado a través del prueba y error. Nuevamente, ¿lo que funciona en países desarrollados debe funcionar en nuestros países? La respuesta es no, las ideas y proyectos son replicables, pero tras un proceso de adaptación y ajustes a nuestra realidad, el vivir comparándose con el primer mundo merece un mínimo análisis de factores económicos, sociales y marco jurídico, por mencionar algunos.

Así, es importante conocer que el primer mundo no solo exige de una sociedad consciente para lograr sus objetivos, sino de autoridades que den ejemplo de voluntad de cambio, transparencia y responsabilidad, citaré dos hechos relevantes: 1. En el año 2019, todo el gabinete de gobierno de Finlandia renunció luego de fracasar en sus intentos de reformar el sistema de salud y bienestar social del país; y, 2. La renuncia del primer ministro de Estonia por un caso de corrupción que salpicaba a su partido. Dos hechos de distinta naturaleza pero que ponen en evidencia la realidad de aquellos países.  Adaptando a nuestro lindo Ecuador, en el primer caso, tendríamos un altísimo porcentaje de autoridades renunciando por su incapacidad de cumplir sus planes de gobierno; y, en el segundo caso, tendríamos autoridades que no esperan un pronunciamiento de la justicia para renunciar por hechos que no necesariamente los responsabilizan, pero si involucran a sus allegados o colaboradores.

Es apropiado, que las autoridades, en su justo derecho de procurar compararse o asemejarse a modelos de gestión internacional, previamente analicen el contexto de su realidad y manejo de las entidades que lideran, así no caen en demagogia y minimizar la capacidad ciudadana de entender la verdadera realidad de las cosas.