Vivimos momentos de incertidumbre, la inseguridad ha superado a la pandemia y se ha convertido en el principal problema del país en la actualidad.
Un familiar que presenció de cerca un asalto en un famoso restaurante de Guayaquil me comentaba que la experiencia es escalofriante, amedrentados con detonaciones de armas de fuego al punto de refugiarse en el baño del local y esperar que todo termine, segundos de vida o muerte, después de este episodio decidió no volver a salir a ningún lugar que no sea lo estrictamente necesario y que su actividad externa se limitará entre su domicilio y su oficina.
Igualmente en Ambato en estos días un asalto terminó con la vida de un gran ciudadano dedicado al comercio y reconocido en el ámbito local, sí, caminar por las aceras o parar en un semáforo representa un peligro latente, la problemática no es solo de una ciudad en específico, es en todo el país.
Culpar a Lasso sería un criterio muy egoísta a tan solo un año de mandato, aunque sí es necesario acciones urgentes para mitigar esta epidemia de inseguridad.
La raíz del problema va mas allá, empezando por las frágiles leyes, por un sistema amenazado por la misma delincuencia, y claro, jueces y fiscales atados de las manos por miedo o quien sabe por ser parte del meollo.
El narcotráfico se ha tomado gran parte del país, las mafias se han fortalecido acaparando más poder, como sucedió en Colombia, como pasa en México.
Invertir en seguridad es un tema prioritario, dotar de mayor equipamiento a la Policía, incrementar el número de efectivos, pero sobre todo crear leyes que castiguen severamente a la delincuencia, ¿por qué no analizar la posibilidad de eliminar el artículo que prohíbe la extradición de ecuatorianos a Estados Unidos y Europa por crímenes ligados al narcotráfico?, por supuesto, la Asamblea es vergonzosa, no tienen las agallas de presentar leyes que sean más severas con narcos y delincuentes, sí, hay mucho por hacer, mientras tanto, tendremos que caminar “por la sombrita”.