Hoy es una obligación escribir sobre la necesidad de vacunarse contra el Covid 19, más aún si existe opiniones adversas a la vacunación, que preocupa a los gobiernos y en especial a los sistemas de salud.
Quienes ejercemos la medicina humana o veterinaria, estamos técnicamente formados para orientar a la ciudadanía sobre este angustiante tema; en mi caso, soy veterinario y resido en los EEUU, observando angustiado, como los centros de vacunación existentes terminan su jornada diaria con excedentes de vacuna, originado por el injustificado rechazo a recibirla, en medio de los esfuerzos de este gobierno a vacunar la mayor parte de la población.
En mi país Ecuador, el panorama es distinto, hay escasa provisión del biológico, con una sola fuente de administración, siendo en consecuencia, su cobertura muy baja, que abre peligrosos escenarios de replicación del virus, obligando a las autoridades a asumir medidas, cada vez más restringidas, que afecta la vida personal y laboral de mis compatriotas.
En medio de esta dicotomía preocupante no podemos seguir un día más, ni esperar que el nuevo gobierno inicie su plan sugerido de control de la pandemia.
La realidad nos obliga a actuar de inmediato y superar los errores cometidos, no hay vuelta que dar, debiendo el gobierno saliente, comprometer la mayor cantidad de vacuna posible y asumir un plan de priorización sanitaria urgente, que elimine de un tajo, la pésima opinión que la ciudadanía mantiene sobre el sistema de salud.
La nueva estrategia debe contemplar cambios radicales: vacunación de jóvenes; aumentar los centros de vacunación en clínicas privadas y centros comerciales; vacunación en las empresas a sus empleados; disponer de brigadas de vacunación domiciliaria, igual que un censo, evitando las aglomeraciones, brigadas capacitadas para recolectar muestras para PCR, mínimo una por familia, buscando a toda costa llegar a vacunar el 80% de la población ecuatoriana, como meta transmitida al nuevo gobierno.