Para usted

Matías Dávila

Nuestra necesidad de pertenencia nos está membretando todo el tiempo. Y las personas juzgamos al resto de acuerdo a esos membretes. “correísta”, “gay”, “progre”, “latino”, “reguetonero”, “lassie”, “ambateño”… etc.

Estoy escribiendo desde Quito y cuando pienso en un ambateño, no me cabe la menor duda de que es un tipo que sabe hacer negocios, que es solidario, que le gusta el pan y que es: o hincha del Macará o del Técnico. ¿Me equivoco? Lo más probable es que sí.

No todos los ambateños son buenos haciendo negocios ni comiendo pan. No todos los “correístas” son corruptos ni cómplices. No todos los “reguetoneros” son jóvenes ni vacíos. No todos los “latinos” hablamos gritando o vivimos para el “sueño americano”. Los membretes son útiles pero a la vez nos generan un enorme sesgo que nos lleva frecuentemente al error.

La mayoría de nosotros está convencido de que tiene la verdad. ¿Usted cree que la tiene? En el fondo sí. Por eso insulta y no le tiembla la mano para etiquetar en redes sociales a reimundo y todo el mundo: que si “vendido”, que si “ladrón”, que si “corrupto”. El que no piensa como usted es su enemigo, por eso muere la gente en los estadios. Por eso nos peleamos con las personas que más amamos, nuestra familia, y ahora somos dos bandos: los correístas y nosotros, los que estamos por el camino del bien. ¿Qué?

Por qué llevamos todo al extremo, por qué exacerbamos los ánimos para tener la razón… no es mejor solo tener paz. ¿Qué ganamos teniendo la razón cuando nos alejamos de las personas importantes? ¿Qué gana usted al insultarme en mis redes por pensar diferente? No nos conocemos, ¿usted cree que me daña o que me evangeliza para que recapacite en su “verdad”? ¿Qué gana comentando las publicaciones de gente que no conoce para ridiculizarla, para degradarla… para qué?

Pero usted habla de hacer un mejor país. ¿Cómo? Es usted incoherente, por eso esta nota era para usted. Ahora si agrédame una vez más por incómodo, por necio, por no pensar como usted.