No es solo una elección, es nuestra historia

Franco Tamay Vega

A medida que nos acercamos al 9 de febrero del 2025, el panorama electoral se convierte en el centro del debate público. Las elecciones no son solo un trámite democrático, sino una oportunidad decisiva para moldear el futuro de nuestro país. Sin embargo, el desencanto ciudadano, la polarización y la manipulación mediática amenazan con distorsionar el verdadero propósito del sufragio “el bienestar colectivo”.

La democracia no se limita al acto de votar. Es un proceso continuo que exige ciudadanos informados, críticos y comprometidos. No podemos permitir que la apatía o el hartazgo sean los factores determinantes de esta elección. La historia nos ha enseñado que los errores en las urnas se pagan con años de retroceso en derechos, oportunidades y estabilidad.

Es imperativo que votemos con conciencia. Que no nos dejemos seducir por discursos populistas vacíos, promesas irrealizables o campañas financiadas por intereses ocultos. Debemos exigir planes de gobierno reales, viables y con enfoque en educación, salud, justicia y generación de empleo. La política no debería ser un espectáculo de marketing, sino un ejercicio serio de responsabilidad social.

El 2025 no es solo una elección más. Es la oportunidad de decidir si seguimos repitiendo errores o si finalmente construimos un país con bases sólidas para el futuro. No votemos desde la emoción, el resentimiento o la desesperanza. Hagámoslo con inteligencia, con visión y, sobre todo, con la certeza de que cada voto cuenta.

Nuestro destino no lo define un candidato, lo definimos nosotros con nuestra participación activa. Es momento de recuperar la política como herramienta de cambio y no como un juego de poder para unos pocos. No nos conformemos con lo menos malo; exijamos lo mejor. El futuro está en nuestras manos.