La conducta del hombre tiene que corregirse no solamente entre sus semejantes sino también frente a la naturaleza, que ya se encuentra furiosa por tanto maltrato y tanta mutilación de sus componentes endógenos y exógenos. Ni los gobernantes, ni los seres humanos, ricos, ni los pobres, aceptan las recomendaciones de los científicos para darle el tratamiento adecuado da todos los desechos tanto domésticos como artesanales e industriales.
Los gobiernos no quieren aplicar cambios legales y estructurales para que las instituciones públicas y privadas, incorporen en su actividad productiva e individual medidas y equipos que filtren los desechos producidos por empresas, para evitar que envenenen el agua, aire, medio ambiente y la tierra, con sustancias químicas y elementos plásticos que demoran más de 500 años en su descomposición, consecuentemente están matando progresivamente al ser humano y no es que desconozcan su obligación si no que adquieren y tienen compromiso socioeconómico con las los industriales y los dueños de la economía mundial.
Cuando nacieron las máquinas como medio productivo, la humanidad sintió satisfacción, pensando en un crecimiento económico, pero desconocían los efectos secundarios y colaterales y, ahora vivimos alarmados por los millones de muertes prematuras de todos los seres vivos, Ximena Sanz de Santamaría dijo: “Si quieres cambiar el mundo, empieza por cambiar tú primero”.
Tres comportamientos extremos nos tienen enfermos: La ambición enfermiza de poder económico, La pérdida del autoestima por efectos de la droga y, el estoicismo frente a tanta desgracia que nos rodea. Asumamos con decisión el pensamiento de Ximena Sanz. Empezar cambiando nosotros mismo para corregir al mundo. Estas energías positivas y negativas que a veces tienen la fuerza de la explosión de un volcán y en otros casos el remanso del mar pasivo no permite al individuo pensar buscando fórmulas efectivas para tener una vida prolongada y sana.