Moldear los amasijos

Jaime López

Supuestamente y de manera figurada ese sería un mecanismo para igualmente de manera figurada suponernos que tenemos Democracia. La proliferación de candidatos permite a que los electores, en su inmensa mayoría, consideren al ejercicio de la política como una de las disciplinas abyectas que debe ejercer por obligación, sobre todo en el proceso electoral que, cumplido, le otorga el certificado para completar sus trámites y que la burocracia no obstaculice su trabajo. Integrar un Estado debidamente organizado por Leyes y Reglamentos, especialmente la Ley Electoral que en su momento está sobre la Constitución, obliga a los comentarios diversos todos dirigidos a lo que algún desaprensivo calificó de asco de País que tenemos, porque no queda otra, cuando examinando las Listas de precandidatos a nivel nacional y local, nos tragamos con amargura la persistencia de candidatizar a futbolistas, vedettes, protagonistas de escándalos, sin méritos profesionales y condiciones para ejercer el cargo a que aspiran, nos indignamos que se acerquen al fuego elementos con rabo de paja para apagarlo supuestamente con la votación mayoritaria. En esta manipulación desbocada y desmedida, donde los buenos elementos se hacen a un lado, de manera irresponsable, nos queda solamente moldear los amasijos, ingresar con nuestras opiniones a recordar el currículo familiar de quienes se lanzaron al redil, y engrosar la masa de la chismografía para atenuar nuestras propias culpas.  Un análisis de profundidad suficiente indica que es urgente la modificación de la Ley de Elecciones, que no debe estar forrada de recursos económicos y que las agrupaciones de avispados se los lleven a su casa, que nosotros como electores debemos olvidar vínculos de otra índole con los candidatos y valorizar sus ejecutorias de lo que hicieron en su vida personal y lo que pueden hacer para seguir siendo y mejores en la vida pública al servicio de sus electores. Es decir, frente a las próximas elecciones debemos pensar en la Ciudad y el País donde seguir viviendo y dejar la irresponsabilidad en el baúl de lo inservible, porque todavía debemos enfrentar nuestro futuro y el de los que vienen.